domingo, 26 de diciembre de 2021

ESCENA JULEN Y JAIME EN CABANA 5 (SOMOS EL ÚLTIMO VERANO) DESDE EL PUNTO DE VISTA DE JULEN



¡Hola, Cabaners! Y Feliz Navidad.

Tenía este relato guardado en mi ordenador y no se me ocurre un mejor momento para compartirlo con vosotros. Es una escena que acontece en Cabana 5, cuando Julen llega al pueblo y se encuentra con todos los Cabana en el pub de Pedro. No es la historia de Julen y Jaime completa (esa la tenéis en Cabana 5 desde pov de Adri y Álex). Solo es una parte. Un trocito. No sé. He pensado que quizá os gustaría leerla. Así que yo aquí os la dejo, por si os apetece.


Julen

 

 

Me detengo unos segundos en la puerta del pub antes de entrar. Hace unas ocho horas que he discutido con mi padre, he hecho la maleta a toda hostia y me he metido en el coche con la firme intención de valorar mis alternativas y decidir lo que quiero hacer con mi vida. He tenido más de setecientos kilómetros para hacerlo y me doy cuenta aquí y ahora de que no he pensado en nada en absoluto. Solo en que tenía que pensar. De diez. Yo no aprendo. Me pregunto si actuar por instinto también va unido a la genética. ¿Y la estupidez? Porque mi instinto lleva dándome por culo media vida, pero yo ahí sigo, al pie del cañón.

Entorno la puerta y entro. No he avisado a mi hermana de que venía; tenía la intención de hacerlo en el trayectoQuería hacer tantas cosas en ese trayecto. Pero entonces me he visto envuelto en el asunto de pensar en que tenía que pensar y el resto es historia. Mens levanta la mirada, como si me hubiera sentido llegar, y me ve. Su rostro muda de la diversión que la inundaba a la sorpresa. A la interrogación. Y a la alegría.

—¡Juls! —Se levanta y viene corriendo hacia mí. Siempre. 

Me envuelve entre sus brazos y yo me siento en casa. Más en casa que bajo el techo del hogar de mis padres donde he vivido toda mi vida—. ¿Estás bien?

—Cansado del viaje.

—Ven a sentarte.

Me coge la mano y me arrastra hacia las mesas del fondo. Hacia su novio y la familia de su novio, que no son más porque Dios no lo ha querido. Y hacia él. Porque, por supuesto, él también está aquí. Contaba con ello. Era otro de los asuntos en que quería pensar en el trayecto.

—Vaya —exclama—. El que faltaba.

Intenta decirlo con sorna, pero lo hace con una extraña mezcla entre mortificación y aburrimiento. No sé cómo tomármelo. Dejo que mi instinto se haga cargo del asunto. Y mi instinto decide ponerse borde. Mi instinto se pone borde el noventa y nueve por ciento del tiempo aunque mi cerebro no lo quiera. Genética. No nos escondemos. 

—Yo también me alegro de verte.

—No tanto como yo a ti.

No sabría decir si va en serio o no. Me doy de bruces con su rostro y clavo la mirada en sus ojos para comprobarlo. Siguen tan enormes como siempre. Y él parece más enfadado que otra cosa.

—¿Qué haces aquí, Juls? —me pregunta Mens.

—He discutido con papá. Luego te cuento. Y aquí estoy más cerca de Madrid, así que me mudo.

—¿Al pueblo? —añade él, ahora sí, clarísimamente cabreado.

—No, a tu puta casa, si te parece bien.

Y esto es lo que pasa cuando llevas un mes aguantando la mierda dentro. Cierro los ojos y aprieto los labios. «Mierda». Esto no tenía que suceder así.

—Habría que preguntarle a mi puta casa a ver si te quiere de nuevo en ella. ¿La llamamos? Ah, no, espera, que no tienes teléfono. Toma —saca el suyo del bolsillo de su pantalón y me lo ofrece—, te presto el mío. ¿Sabes utilizarlo o eso también se te ha olvidado? ¿Quieres un cursillo rápido? 

—¿Me lo vas a dar tú?

Porque mi respuesta sería: . Sobre esto también quería haber pensado en el coche, pero… agua.

—Claro. No te preocupes, es bastante intuitivo. —Sonríe con ironía y comienza a enredar en él—. Mira. Desbloquear. Deslizamos la pantalla hasta el iconito verde donde pone «WhatsApp». Entramos. A ver, buscamos Juls. Juls, Juls, Juls. Juls, Juls, Juls. Aquí estás. Vaya —me muestra el teléfono. A mí y a las tropecientas personas que nos rodean—, pero si te he enviado más de cuatrocientos mensajes en el último mes y tú no te has molestado ni en leerlos. Lo de contestarlos ya… Ahora que lo pienso, quizá el cursillo que más se adapta a tus necesidades sea uno de «educación elemental». O de «relaciones sociales».

Tengo que morderme la boca para no soltar una carcajada. Porque tiene razón en todo. Y porque Jaime me ha provocado carcajadas desde el primer momento, muy a mi pesar. No porque fuera Jaime, sino porque yo no tenía ganas de nada. Ni de reír. Él afirma que Priscila Cabana es especial porque lo hace reír y poca gente lo consigue. Comprendo el sentimiento más que nunca. Y comprendo el amor a partir de ahí. No sonreír es una putada muy grande.

—¿También me lo vas a dar tú?

—Podría. Dos por el precio de uno, por ser tú. Y un beso en la cabeza de regalo. También por ser tú. —Entonces se dirige al resto de la gente—. No le gustan los besos en el hombro.

Ese no fue el problema. El problema fue que me gustó demasiado.

—Tú no tienes ni idea de lo que me gusta o no me gusta.

—Hombre, un poco de idea sí que tengo. —Abro la boca para soltarle una grosería tan potente que sería capaz por sí sola de destrozar hasta los cimientos del maldito bar (sí, soy bipolar), pero él me lo impide con la mano—. No lo digas, por favor —suplica con dolor. ¿Otro bipolar? Si es que somos tal para cual—. Vamos.

Se levanta y pasa por mi lado.

—¿A dónde?

No responde. Solo me indica con la cabeza que lo acompañe y continúa el camino hacia los baños. Suspiro fuerte. Y lo sigo. No tengo ni idea de lo que voy a encontrarme dentro ni de cómo voy a actuar una vez estemos a solas (se supone que esto iba a preparármelo en el coche), pero desde luego no esperaba encontrarme a un Jaime calmado y con pinta de cachorro abandonado apoyado en la pared.

«Podemos fantasear que estamos follando con otra persona. Solo es sexo. Puedes cerrar los ojos e imaginar que soy quien quieras que sea». Eso fue lo que me dijo aquel día. ¿Y es posible que esas veintitrés palabras dieran el pistoletazo de salida para una historia de…? ¿De qué? ¿De amor? Ni siquiera yo lo sé. Dejémoslo en una historia. «Historia». Una expresión para referirme a Jaime y a mí que jamás hubiera imaginado. Y yo tengo mucha imaginación. Más que la media. Pero tener «algo» con él fue inesperado. Cómo cuando en el día más nublado del año de pronto brilla el sol con fuerza sin un solo nubarrón alrededor. Miras hacia el cielo y le dices: «Pero ¿qué me estás contando?». Pues igual. El mundo está loco.

Cuando escuché aquellas frases de su boca lo primero que pensé fue: «Ni de palo. Con él, no. Por mucho que me apetezca follar». Lo segundo, una duda que germinó desde la boca de mi estómago y floreció del todo en mi cabeza: «¿Funcionaría?». Y por último, una conjugación diferente del mismo verbo: «¿Funcionará?». Y me lancé. Porque era lo que necesitaba. Follé con Jaime pensando en Asier, mi exnovio. Aunque no estoy seguro de poder considerarlo como tal. Su amor y su corazón no fueron míos en ningún momento. ¿Cómo serlo si ya eran de otro? 

Asier y yo estuvimos un año saliendo juntos. Bailábamos en bares como si solo existiéramos nosotros. Viajábamos en coche sin destino. Comíamos y compartíamos vida con mi familia. Y un día decidí presentarme de improviso en su casa para darle una sorpresa. En algo más de doce meses de relación nunca me había invitado porque «su compañero de piso» estaba siempre en casa y era un tipo muy peculiar. Ya. Tan peculiar como que era su puto marido. Fue él quien me abrió la puerta y lo supe al instante. Quizá porque algo muy dentro de mí me decía que Asier escondía algo. Quizá por eso fui a su casa y yo mismo lo disfracé de sorpresa. No lo sé. 

Pregunté por Asier y el chico me invitó a entrar. 

Entré. Y lo hice a pesar de que las piernas me pesaban como nunca. Como si estuviera caminando por el agua con piedras atadas a los costados. 

Del interior de la casa no recuerdo nada. Del portal, el ascensor y la puerta de entrada, todo. Incluso el olor. El rostro del marido también lo recuerdo. Y el de Asier. Lívido. Me largué corriendo (sí, hui) y nunca más he sabido de él. Y es una putada que esa sea la última imagen que guardo de Asier. Porque mientras follaba con Jaime veía esa cara. Todavía no entiendo cómo me corrí. O sí. Fue por Jaime. Me sacó de mi escena con Asier cuando me impidió que me desprendiera de la sudadera. Fue otro «pero ¿qué me estás contando?» tan fuerte que me alejó de allí.

—Lo siento —me dice Jaime. Y tengo que sacudir la cabeza para regresar al presente—. Me he pasado.

Frunzo el ceño.

—¿Estás borracho?

Ríe.

—No.

—¿Drogado?

Ríe de nuevo.

—Tampoco.

—¿Entonces?

—Entonces… —Se separa de la pared—. La verdad es que cuando te dije hace un mes que si te rompieras una pierna me daría pena lo decía en serio. Y ahora también me importaría. Te he cogido afecto. ¿Qué le vamos a hacer?

¿Solo afecto? 

—Estás… diferente. 

—Te has perdido muchas cosas en este último mes, Juls. Y te las has perdido porque te ha dado la gana. No es una recriminación. En serio que no. Te he mandado millones de mensajes. Día tras día. Quise hablar contigo y arreglar las cosas en cuanto te fuiste de mi casa, pero no me has dado la oportunidad. No te guardo rencor. Solo… no quiero discutir contigo. Tu llegada me ha pillado por sorpresa y he actuado de manera irracional, como de costumbre, hasta que me he dado cuenta de que… No quiero discutir contigo. Nos acostamos durante cuatro meses. Yo crucé uno de tus límites. Nos separamos. Y he tenido mucho tiempo para pensar.

—¿En qué? —pregunto sin aire. Porque me he quedado sin aire.

—En todo. Si hubieras leído los mensajes, lo sabrías. Fui a Valladolid.

—¿Cuándo?

—La semana pasada. Hablé con mis padres. Se lo conté todo.

—¿Y cómo fue?

—Regulinchi, como dirías tú. No nos van a dar el premio a la familia del año. Tenías razón. Estaba enfadado con ellos. Enfadado porque no vieron mi sufrimiento, que duró años. Y me he dado cuenta de que si Priscila tiene un mal día o si discute con Alex, yo me doy cuenta. Joder, me doy cuenta incluso si Alex tiene un mal día. ¿Y sabes por qué?

—¿Por qué?

—Porque paso tanto tiempo con ellos que no existe emoción que puedan ocultarme. Y eso para mí significa ser familia. Para mí. Ni es una verdad universal ni tengo por qué tener razón. Solo es mi manera de verlo. Mis padres no lo ven igual. Lo consideran una exigencia desmedida. Supongo que yo soy un desmedido —suspira—. De cualquier forma, esa gente que está ahí fuera es mi familia. Incluida tu hermana. Y no quiero pelearme contigo delante de ellos. Bueno, tampoco quiero pelearme contigo a sus espaldas. ¿Borrón y cuenta nueva? —Me ofrece la mano. Y yo…

Yo se la tiendo. Porque yo tampoco quiero discutir más. Yo quiero lanzarme al vacío con la certeza de que alguien va a sujetarme con sus brazos. Creo que todos queremos eso de alguna manera. Lanzarnos para sentirnos libres. Y que nos sostengan para sentirnos protegidos. El problema es cuando ya te has lanzado y te has estrellado contra el suelo. Un chisporroteo viaja hasta mi columna vertebral por el toque de sus dedos en los míos. Es el mismo chisporroteo de aquel beso en el hombro. El mismo puto chisporroteo.

—Por cierto, también hablé con él —continúa.

—¿Con quién?

—Ya sabes con quién.

—¿Y?

—Lo tienes todo en el móvil. Léelo, si te interesa.

—¿No quieres contármelo ahora?

—La verdad es que no. Es… intenso. Y también te hablo de Hugo.

—¿Sí?

—Sí. Me dio la impresión de que habías confundido ciertas cosas. 

Mi corazón palpita. Y tengo que contenerme mucho para no ir al móvil y leerlo todo. No lo he leído antes porque… no sé por qué. Creo que no estaba preparado.

—Quizá los lea.

Sonríe.

—Bien. Pues bienvenido al pueblo.

—Gracias.

—¿Dónde vas a quedarte?

—Buscaré un apartamento.

—¿Y hasta entonces?

—En casa de mi hermana, supongo.

—Puedes quedarte en la mía, si quieres. Mientras buscas tu propio espacio, me refiero.

—¿En serio me estás ofreciendo tu casa?

—Mi puta casa, según tus propias palabras —Río, y él también lo hace—. Marcos y Mencía acaban de mudarse. Y van a estar encantados de tenerte con ellos, de eso no tengo duda, porque te adoran, pero… acaban de mudarse. Te conozco lo suficiente como para darme cuenta de que no estás loco de felicidad por irrumpir en esa recién estrenada intimidad. Quédate en mi casa. 

—¿Y en tu cama?

—No. —Levanta las manos—. Te prometo que no es una oferta con segundas intenciones. El sexo no está incluido en la oferta. Ni de coña. Pero puedes quedarte en mi sofá. No es tan incómodo.

—Conozco tu sofá.

—Conoces mi sofá después de quedarte dormido de malas maneras tras una sesión de sexo, pero no lo conoces bien preparadito, con la cama abierta, con sus sábanas y sus almohadas.

—¿Tu sofá es un sofá cama?

—¡Sí! ¿No es una locura?

Río otra vez. Con Jaime siempre es así.

—Fuera bromas —digo con suavidad—. No sé qué decir.

—Di que sí. Vienes. Pruebas. Y si te sientes incómodo, te largas a casa de tu hermana. Pero te aviso, llevo compartiendo piso desde los dieciocho, no vas a tener queja.

¿Dejamos que actúe el instinto? Venga, dale, Jules.

—Vale.

—Genial. ¿Volvemos a la mesa?

—Claro. 

Todos flipan. 

 

¬¬¬

 

Por la noche, acostado en el sofá de Jaime, con mi ropa guardada en un hueco de su armario y las emociones del día en mi cabeza (regresar a esta casa me lo ha revuelto todo), decido leer todos sus mensajes. Algunos los leo en diagonal. Otros los leo dos veces e incluso tres.

 

404 MENSAJES NO LEÍDOS

mié, 1 may

 

Jaims:

Se me ha pasado el cabreo que tengo contigo. Un poco, al menos. ¿Podemos hablar, por favor? Cógeme el teléfono. Quiero decirte una cosa.

Jaims:

Es importante.

Jaims:

OK. Llámame cuando se te pase a ti el cabreo.

Jaims:

O cuando madures.

Jaims:

Qué vasco eres, joder.

Jaims:

¿Cuánto dura el cabreo de un vasco, por cierto?

 

jue, 2 may

 

Jaims:

¿Veinticuatro horas?

 

vie, 3 may

Jaims:

¿Cuarenta y ocho?

 

dom, 5 may

Jaims:

¿En serio? 

 

mie, 8 may

 

Jaims:

No suelo ser tan insistente. Te juro que no. Suelo pasar de todo y de ti ya habría pasado hace tiempo. Hace una semana, para ser exactos. Habría pasado de ti en cuanto saliste por la puerta de mi casa. Pero eres el hermano de la novia de alguien a quien considero familia. Y me importas, Juls. Te he cogido cariño de verdad. Qué desfachatez, eh. He tenido tiempo para pensar. También he hablado mucho con Pris. Y juntos hemos entendido algo. Quiero contártelo. Cógeme el teléfono, por favor.

Jaims:

Aunque supongo que primero tienes que leer estos mensajes.

Jaims:

Y madurar.

Jaims:

Mierda.

Jaims:

Perdona. Ya sabes lo que me cuesta controlar la lengua.

Jaims:

Aunque razón no me falta.

Jaims:

Mierda. Otra vez.

Jaims:

Y lo de que ya sabes que me cuesta controlar la lengua juro que no tenía connotación sexual.

 

sáb, 11 may

 

Jaims:

Ojalá se te hubiera quedado la canica en mi casa.

Jaims:

Joder, soy lo puto peor.

 

dom, 12 may

 

Jaims:

¿Adivina? Ayer se me fue la mano con la bebida.

Jaims:

Pris me quitó el móvil. Y menos mal.

Jaims:

La que hubiera liado.

 

vie, 24 may

 

Jaims:

Estoy en Valladolid. 

Jaims:

He venido a hablar con mis padres.

Jaims:

A estas alturas de la película, soy consciente de que es muy probable que jamás leas estos mensajes. Seguramente me habrás bloqueado. Pero me he acostumbrado a escribirte y ahora no puedo dejarlo. Y esto es importante. Además, quiero darte las gracias. Porque esto ha sido gracias a ti. Resulta que tenías razón, estaba enfadado con mis padres. «Estaba». Espera que te lo explico bien.

Jaims:

Perdona, ha pasado algo.

Jaims:

En fin, como decía: he decidido echarle pelotas de una vez por todas y se lo he contado todo a mis padres. Ahora estoy sentado en la acera de la calle. Menuda bronca, Juls. No lo han entendido. Ni que no se lo contara cuando sucedió ni que estuviera enfadado con ellos. Pero no hay nada que entender, ¿no? Es como me siento. O como me he sentido. No sé. Estoy confundido. Mañana será otro día.

 

sáb, 25 may

 

Jaims:

Me he acercado a un bar del centro y lo he visto a él.

Jaims:

Vale, no. Mentira. He venido a propósito a verlo.

Jaims:

Sabía que estaría aquí.

Jaims:

Me ha pedido perdón. A su manera. No me lo esperaba.

Jaims:

Casi nos enrollamos.

Jaims:

Y hablando de enrollarse…

Jaims:

No estoy enamorado de Hugo. Quería que lo supieras. O quería decirlo en voz alta. O escribirlo. No sé. Hace tiempo que no estoy enamorado de él. No lo estaba cuando tú y yo nos conocimos en aquel bar de las afueras. Mirarlo era un efecto reflejo porque sí había estado enamorado de él. Pero fuiste tú y solo tú el que lo metió en nuestra cama. No lo digo para recriminarte nada. Solo para que le des una vuelta. Son tus fantasmas, no los míos.

 

Vie, 1 jun

 

Jaims:

Ha pasado un mes desde el beso en el hombro que lo cambió todo. ¿Te acuerdas de que quería decirte una cosa? Ya no lo hago. No que ya no quiera decírtelo, sino que ya no pienso lo que quería decirte. Ahora pienso otra cosa.

Jaims:

La distancia hace el olvido.

Jaims:

Que te vaya bien la vida, Julen.

Jaims:

Te lo deseo de verdad.

 

Y ahí acaba todo. He reído en la parte del bar de las afueras (porque estaba en el puto centro), lo he sentido cuando he leído lo de sus padres, el corazón me ha dado un vuelco en lo de él y mi corazón se ha vuelto loco en la parte de Hugo. Mi corazón continúa loco. Y le mando un mensaje, a pesar de encontrarnos a pocos metros de distancia

 

Julen:

¿No estás enamorado de Hugo?

 

—No. No lo estoy.

Levanto la mirada, sobresaltado. Jaime permanece en el umbral del salón, en pantalón de pijama y camiseta blanca de manga corta. Mi corazón continúa loco. ¿Ha estado ahí todo este tiempo?

—Siento mucho lo de tus padres —le digo—. Pero no te rindas. No te rindas nunca con la gente que te importa.

Él solo asiente con la cabeza.

—¿Qué me querías decir? —le pregunto.

Suspira.

—Que me gustabas. Que me veía seguro enrollándome contigo sin ataduras y que me había estallado en la cara.

—¿«Gustabas»? —repito con un hilo de voz muy débil.

—Todavía me gustas, en el sentido en que te veo guapo. Superguapo. Pero no quiero tener más sexo contigo. Porque duele. Dueles, Juls. Me dueles cuando te doy un beso en el hombro y a ti te quema, en el peor sentido de la palabra, y me dueles cuando a ti te da igual que yo me rompa una pierna. No me odies por decírtelo, por favor. Una vez he empezado a mostrar mis sentimientos ya no puedo detenerme. No quiero detenerme. Pero tampoco quiero que seas otro Hugo, porque me niego a perseguir otro imposible. No quiero coser mi sombra a la tuya. Buenas noches, Juls.

Agur —susurro cuando ya se ha marchado.

Permanezco inmóvil en la cama y diez minutos después me preguntó por qué no me he levantado y le he dado un beso en la boca. 

Decir que durante las próximas semanas de convivencia con Jaims saco mi lado más conquistador es quedarse corto. Tan corto como la cosa más corta del mundo que no tengo ni puñetera idea de lo que es. Bueno sí: mi lado más conquistador.

 

 Y esto es todo, no toda la historia de Julen y Jaime, pero sí esta pequeña parte. Espero que os haya gustado.

Besazo, Cabaners.

domingo, diciembre 26, 2021 / by / 31 Comments

31 comentarios:

  1. Jolín!! No sabía el monazo Cabana que tenía hasta que he leído el relato.. creo que voy a volver a viajar a la no boda de Marcos y Eli y volver a sumergirme en esta maravillosa familia que has creado. Gracias Susanna!

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  2. Una pequeña perlita. Igual necesitamos un poco más ¿no?

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  3. Necesitamos spinoff de estos dos… esto no se hace !! 😭😭😭

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  4. En cuanto he visto en insta que habías colgado esto, corriendo he venido a leerlo. Pero te deja con tantas ganas de más....
    Queremos el proyecto CAR rápido!!!! Que tengas una feliz salida y entrada de año!!!!! Y grácias por compartir tus letras con nosotras!!!!

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  5. Jope...no quiero que se acabe nunca esto..los Cabana tienen que seguir contando cositas de vez en cuando...

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  6. Qué regalo de Navidad más bonito nos has hecho a tus seguidoras Susanna... Muchas gracias por compartir este trocito de ellos. Me tienes enganchada a todas tus publicaciones y no solo eso, sino que te has convertido en una de esas autoras de las que me encanta releer sus historias una vez al año, por lo menos. Te deseo todo lo mejor en este nuevo año. Un abrazo muy fuerte!

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  7. Mil gracias. Ahora me quedo con ganas de más. Voy a por mis libros. Y solo digo que en nada llega reyes y eran tres.����

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  8. Quiero más Cabana , me ha sabido a poco , muchas gracias por el regalo 🎁 💕 💜 💖

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  9. Desde que empecé a leer Cabanas siempre creí que Jaime merecía su final feliz, es un personaje con una personalidad tan linda dulce y divertida. Gracias susanna x este regalito navideño siempre es un placer leerte❤ y sin duda vamos a pedir más detalles de como julen reconquista a jaime 😁

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  10. Lo primero GRACIAS!!! No se decir que me ha gustado es poco...ummm si es poco.
    Me quedo con tantas ganas de estos dos!!

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  11. Susana,gracias por el relato pero nos habdejado con ganas de muchooo más. Necesitamos la historia de Juls i Jaime pleaseee

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  12. Wowww que subidon!!!! Ahora necesito más Cabana. Muchas gracias por el regalazo!!! 😍 😍 😍

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  13. Muchas gracias!!! Ha sido genial, es super fluido pero te deja con ganas de más!!! Queremos más!!!

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  14. Gracias gracias gracias por este relato. Quiero más de Julen y Jaime. He estado escuchando el chico de la última fila en bucle. Pena que no me queden días de audible. ¡Feliz Navidad!

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  15. Gracias, me dejas con ganas de más.

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  16. Que bien estaría un libro de Jaime y Juls. Yo solo lo digo.
    Me ha encantado este relato. Muchas gracias Susanna.
    #YoSoyCabaner

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  17. Gracias!!!! ❤️❤️❤️❤️❤️

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  18. Gracias por la historia acabo de terminar de leer toda la serie cabana y me encantó pero estoy de acuerdo con los demás usuarios a que Jaime y Juls necesitan también un libro no digo de 300 páginas pero si me encantaría disfrutar la historia de ellos desde su perspectiva ojalá lo hagas.
    BENDICIONES

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